BEBIDAS ENERGIZANTES: MITO O REALIDAD?

Las bebidas energizantes se han popularizado en los últimos años al punto que en muchos países son una de las categorías que más han crecido dentro del rubro bebidas. Solo en EEUU se gastan cada año cifras cercanas al billón de dólares (datos correspondientes al 2008).

Hay varios factores que posiblemente expliquen la masividad que han tenido. Por un lado es fácil acceder a este tipo de bebidas ya que se consiguen en cualquier kiosko o estación de servicio que expenda bebidas y alimentos. A su vez, el precio por unidad es muy accesible. Si le sumamos una buena campaña de marketing promocionando sus efectos estimulantes más una excelente cadena de comercialización explicamos el éxito que han tenido. Pero que tan buenas son realmente? Y qué efectos tiene sobre nuestra salud?

No se trata de una fórmula mágica. Todas estas bebidas tienen dos ingredientes en común: cafeína y mucho azúcar. Ahí está todo el secreto. Un estudio realizado en el año 2007 por Consumer Reports analizó las principales 12 marcas de bebidas energizantes de EEUU y halló que en 9 de las 12 bebidas el contenido de cafeína era de entre 75-85 mg por lata. Para tener un punto de referencia tengamos en cuenta que una taza de café contiene cerca de 100mg de cafeína mientras que una botella de coca-cola de 350mg contiene cerca de 35mg. El resto de los ingredientes de estas bebidas son vitaminas como la vitamina B12, aminoácidos como la taurina, y hierbas como el ginseng o la guaraná. Pero el contenido es tan ínfimo e irrisorio que ni vale la pena analizarlos.

Volvemos a nuestro punto. Cualquier efecto momentáneo no es más que el efecto de la cafeína y el azúcar. La cafeína al ser un estimulante permite mantenernos en alerta y aumenta momentáneamente nuestra energía. Pero su eficacia también depende de cómo, en qué cantidades y cuándo la consumimos. En exceso, puede sobre-estimular nuestro sistema nervioso central afectando negativamente la calidad de nuestro descanso y nuestros niveles de energía. La cafeína al tener efectos diuréticos también puede deshidratar nuestro organismo, lo que también es malo (y que se agrava cuando estas bebidas se consumen conjuntamente con alcohol). Por su parte, el azúcar es convertido rápidamente en glucosa, la materia prima que nuestras células usan para producir energía. Este efecto conjunto de la cafeína y el azúcar es lo que nos da un “pico” de energía casi de forma instantánea. Pero como toda azúcar simple que se absorbe rápidamente, al poco tiempo de producirse el “pico” de energía le sigue una caída abrupta del azúcar en sangre (hipoglicemia), ya que no es una fuente estable que se metaboliza lentamente, sino todo lo contrario. Durante este “valle” nuestro cuerpo pide más azúcar. Pero esto es un círculo vicioso ya que el efecto dura muy poco. En personas con problemas de diabetes esto puede ser un problema. Recordemos que nuestro cuerpo necesita segregar insulina para movilizar la glucosa al interior de nuestras células.

Por otra parte, en un estudio realizado por la Wayne State Universtity en el año 2007 halló que el consumo diario (2 latas por día) de bebidas energizantes aumentaba la presión sanguínea y el ritmo cardíaco en personas sanas. Si bien estos parámetros no llegaron a niveles alarmantes es importante que todas las personas propensas a desarrollar condiciones cardiovasculares eviten este tipo de bebidas.

Al igual que ocurre cuando tomamos alcohol, un consumo esporádico y moderado no nos va a mover la aguja. Cuando dicho consumo se transforma en habitual es donde aparecen los problemas. Ya les presentamos la evidencia y esperamos que les sea de utilidad para tomar mejores decisiones.

MM Infobae

Mariano M.

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