El mito de la “deficiencia de Serotonina” en la depresión

En este artículo vamos a realizar algunos comentarios sobre lo que a esta altura creemos que es el mito en torno a la idea de que la depresión es una enfermedad biológica causada por niveles insuficientes del neurotransmisor serotonina, y que la manera de tratar dicha patología es tomar un tipo especial de anti-depresivos denominados “inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina” o SSRI por sus siglas en inglés.

En el año 2000, la investigadora de Yale, Jessica Malberg, estaba investigando los efectos neurales de los antidepresivos. De manera inesperada, descubrió que una clase de medicamentos antidepresivos llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (SSRI, como el Prozac) aumentaban la tasa de neurogénesis (producción de nuevas neuronas). Este descubrimiento desencadenó una nueva línea de pensamiento sobre la depresión. Tal vez la neurogénesis, y no la serotonina, eran la clave para tratar la depresión.

Hasta hace no mucho tiempo la idea popular era que una “deficiencia de serotonina” creaba depresión y que los medicamentos SSRI como el Prozac corregían dicha deficiencia. La clase particular de antidepresivos SSRI durante muchos años tomó la bio-psiquiatría moderna por asalto. En el momento de los hallazgos de Jessica Malberg, los SSRI fueron los segundos medicamentos más prescritos en todo el mundo. Solo en el 2013 los SSRI generaron más de 15 mil millones de ingresos para las grandes compañías farmacéuticas.

A pesar de que los SSRIs son eficaces para menos del 50% de los pacientes y que con frecuencia tienen efectos secundarios indeseables, como la pérdida del deseo sexual en la mayoría de los pacientes, el Prozac y sus primos hermanos como Celexa, Zoloft, Paxil y lexapro se conviertieron rápidamente en los medicamentos de cabecera para muchos psiquiatras y el tratamiento biológico de la depresión. Pero las investigaciones de la Dra. Malberg amenazó con minar toda la teoría de la “deficiencia de serotonina”.

Basándose en el trabajo de Malberg e investigando los niveles de serotonina de muchos pacientes la teoría sobre la “deficiencia de serotonina”, ya a principios de los años 2000, estaba bajo el asalto de muchos sectores. Sólo unos pocos estudios habían mostrado niveles más bajos de serotonina en pacientes deprimidos, mientras que la mayoría de los estudios mostraron que los pacientes deprimidos tenían niveles normales o incluso más altos de serotonina. Adicionalmente, cuando los niveles de serotonina se redujeron experimentalmente en sujetos de prueba, casi nadie se deprimió o experimentó ninguna alteracion en su estado de ánimo.

Además, aparecieron una nueva generación de antidepresivos que no involucraban a la serotonina en absoluto, pero que eran igual o más eficaces como los inhibidores de la recaptación de norepinefrina (NRI) y los inhibidores de la recaptación de dopamina y norepinefrina (NDRI). Esto parecía desacreditar la teoría de la “deficiencia de serotonina”. Después de todo, ¿por qué tendrían algún efecto sobre la depresión si no afectaban los niveles de serotonina?

Luego en el año 2003 aparecieron dos serie de datos clave que desplazaron la importancia de la serotonina de un papel primario a ser tan sólo un jugador menor. La primera fue la observación de que cuando los pacientes comienzan a tomar un SSRI, sus niveles de serotonina aumentan dramáticamente en pocas horas. Pero generalmente no hay cambios en el estado de ánimo durante tres o cuatro semanas. Si la falta de serotonina es central, ¿no debería afectar inmediatamente el estado de ánimo? Resulta que el tiempo de retraso de tres o cuatro semanas es cuánto tardan las nuevas células cerebrales en convertirse en neuronas maduras y funcionales. Esto apunta a la tasa de neurogénesis como el mecanismo central de los SSRI.

El segundo set de datos provino de un estudio seminal del Dr. Rene Hen en el laboratorio de Columbia Univestity. Un investigador postdoctoral llamado Luca Santarelli dio a ratones deprimidos un SSRI para incrementar sus niveles de serotonina, pero al mismo tiempo inhibió su neurogénesis. El resultado? No hubo cambios en los niveles de depresión. Este estudio, ya replicado, mostró que los antidepresivos no funcionan sin neurogénesis. Sólo cuando la neurogénesis aumenta, la depresión se reduce. También explicó por qué los NDRIs y NRIs tienen efectos antidepresivos, ya que también estimulan la tasa de neurogénesis.

Así, la teoría de la “deficiencia de serotonina” se desmoronó cuando decenas de estudios de seguimiento mostraron que la neurogénesis era el factor clave en la depresión. La serotonina es sólo uno de los más de veinte neurotransmisores que afectan el humor y la emoción. “La deficiencia de serotonina” fue una teoría demasiado simplista, pero esta misma simplicidad es lo que la hizo tan atractiva y comercializable. Ahora, sin embargo, la marea ha cambiado a una comprensión más compleja de la depresión, en la que la neurogénesis pasa a ser el elemento central.

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